Celebrar las “fiestas” es ocasión para devolverle el sentido festivo a nuestras tareas: no obrar solo con un objetivo en mente, sino encontrarle un sentido a todo lo que hacemos. Son los deseos que el hermano David nos expresa en su carta de Navidad.

Mis queridos amigos,
Como cada año, quisiera este año también hacerles llegar mis saludos y buenos deseos para estas Fiestas. De todos modos, serán “fiestas” solo si aprendemos de nuevo a jugar, a jugar creativamente, del modo en que sabíamos jugar cuando éramos niños. Cuando niños, nada era más importante, nada más serio, nada más necesario que jugar. La escuela, sin embargo, pronto nos lavó el cerebro, reemplazando nuestra sabiduría infantil con meros conocimientos y cargándonos con trabajo en vez de dejarnos jugar libremente. Sin embargo… la sabiduría juega. ¡Así es, la sabiduría juega! En el libro de los Proverbios, la divina Sabiduría personificada canta: “En el principio, antes de que la tierra se formara, cuando aún no existían los océanos… cuando no había fuente de agua alguna… y las montañas no habían aparecido, yo ya estaba allí. Cuando Él le impuso sus fronteras al mar… y cuando puso los cimientos de la tierra, yo estaba junto a Él, jugando día tras día en su presencia… entreteniéndome con la tierra que hizo, y mi mayor deleite era estar con los humanos” (Prov. 8, 23-31).
Cualquier cosa que hagamos durante estas Fiestas puede ser un trabajo, o lo podemos convertir en un juego. Depende de nosotros. Si tenemos un propósito en mente, estaremos trabajando; si, por el contrario, dejamos que el sentido de lo que estamos haciendo nos posea, estaremos jugando. En todo trabajo, nos esforzamos por alcanzar un objetivo que está más allá del trabajo en sí, mientras que en el juego, el objetivo es el juego mismo. Cuando jugamos o cantamos, no tenemos otro fin que cantar o jugar. ¿O acaso bailamos para llegar a algún lado? En las muchas tareas que nos ocupan en estos días, tendremos éxito si las hacemos no solo con un propósito determinado, sino dejando que el sentido de lo que hacemos nos posea. ¿Y no es el amor el sentido más profundo de todo lo que hacemos? El amor entendido como un “sí” al hecho de que todos nos pertenecemos a todos.
En las muchas tareas que nos ocupan en estos días, tendremos éxito si las hacemos no solo con un propósito determinado, sino dejando que el sentido de lo que hacemos nos posea.



Reflexiones:-
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Lorena dice:
10 mayo, 2018a las17:53me ha encantado, gracias Brothercito
Maria Ines Martinez dice:
29 diciembre, 2017a las23:22Gracias Hno. David !!! Hermoso !!!
Marita Carosi dice:
27 diciembre, 2017a las15:16Gracias!!!
patricia page dice:
27 diciembre, 2017a las15:14Gracias Brother David!!!!
Dolores Alejandra dice:
23 diciembre, 2017a las04:48Precioso.!!! Gracias.
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