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Sergio Bergman

“Debemos recordar para que lo acontecido no sea repetido sino aprendido sin ser olvidado. Recordar para asumir responsabilidad es responder por lo actuado; y a partir de ser responsables: perdonar y ser perdonados”.

Rosh Hashaná (en hebreo: ראש השנה‎ , “Cabeza del año”)

5775 años simbólicos del mundo, que interpelan por un año y de nuestro propio mundo. ¿Qué lugar ocupa nuestra creatividad?

Fuimos creados, y ¿qué es lo que nosotros creamos o recreamos en el año?

Frente a la destrucción, respondemos con creatividad.

Frente a lo individual, respondemos con comunidad.

Debemos recordar para que lo acontecido no sea repetido sino aprendido sin ser olvidado. Somos libres de elegir cómo actuamos, pero no podemos liberarnos de las consecuencias de lo que hacemos. Recordar para asumir responsabilidad es responder por lo actuado; y a partir de ser responsables: perdonar y ser perdonados.

En estos días, debemos responder cómo seremos capaces de saber que somos nosotros quienes, ante los problemas que vendrán, tendremos creatividad para proponer soluciones que nos hagan más sabios que inteligentes; más virtuosos que exitosos; y más íntegros y auténticos con nuestro ser interior.

Porque somos nosotros, quienes, en amor, podemos ofrendar un año que sea nuevo y bueno.

Algunas tradiciones de Rosh Hashaná

Kartisei Brajá – Tarjetas de Salutación

La tradición no prescribe enviar estas tarjetas, sin embargo se han transformado en la expresión formal de la red social que se activa en torno a nuestro proceso de Teshuvá.
Es parte de la acción de salirse de uno mismo para decirle al otro que uno está, que estoy dispuesto/a a pedir perdón, a aceptar el perdón del otro.
Esto genera reciprocidad y respuesta.
Es una manera de dar, de ofrendarle algo al otro.

Tapuaj Bidvash – Manzana embebida en miel

La manzana está relacionada con la circularidad del mundo y de la vida.
La miel responde a la frase: “Iehí ratzón shetitjadesh aleinu shaná tová umetuká”, “que sea Tu voluntad que renueves sobre nosotros un año bueno y dulce”.

Sergio Bergman